Lingüística histórica - Tópicos del Curso de Lingüística
Histórica
El método comparativista
Saussure postuló
en su Curso de Lingüística General (1985)
la que el estudio de la ‘langue’ debería
abordar el lenguaje en un momento dado (sincrónico) y en su dimensión histórica
(diacrónico). A esta segunda forma de aproximación al estudio de la lengua es
la llamada lingüística histórica, un
área disciplinar que se dedica al estudio de las diferencias, a lo largo del
tiempo, de una misma lengua, es decir, de su diacronía. El enfoque no sólo se ocupa
del cambio lingüístico en las lenguas naturales, sino que existe un interés por establecer los
principios generales que los motivan: sean estos factores internos o externos
los que generen los procesos de cambio. El estudio comparativo diacrónico metodológicamente
(1) establece los cortes sincrónicos de estados de lengua que han de
compararse, estableciendo un E1 que va hasta un En. Posteriormente,
cada uno de los estados deben (2) describirse sincrónicamente para entonces proceder
a la (3) comparación.
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Genealogía del Indoeuropeo |
Los
primeros en dedicarse a hacer comparaciones de los elementos gramaticales y en
precisar las semejanzas léxicas entre diversas lenguas fueron los filólogos. En
un afán de reconstruir el indoeuropeo,
por ejemplo, W. Jones (1967) descubrió una afinidad entre las lenguas griega,
latina y el sánscrito, la cual supuso que no era casual, por lo que planteó la
idea de un origen común. A partir de entonces emergió un interés por reconstruir
los estados de la lengua, dando inicios a la gramática comparativa (Rasmus Rask
1814, Franz Bopp 1816, F. Schelegel 1808, Jacob Grimm1822). Uno de los primeros
problemas a los que se enfrentó la corriente fue poder asegurar con rigor hasta
que punto la semejanza en las lenguas era resultado de un parentesco y no de un
préstamo lingüístico. Como respuesta, se crearon elementos de comparación basados
en el estudio del vocabulario básico central de las lenguas, enfatizando la
referencia a elementos más estables de una lengua. Como resultado se concluyó que todas las
lenguas estaban a merced del cambio lingüístico, y que este se da en el habla y
no en la lengua.
Muy
pronto los comparatistas lograron hacer un cuadro de parentescos y relaciones
entre las lenguas europeas usando el método llamado comparativo, con lo que pudieron
trazar grandes líneas evolutivas del cambio lingüístico. Con estos trabajos la lingüística
se acomodaba frente el fervor de las corrientes evolucionistas del momento, y
se enfilaba al descubrimiento de las semejanzas gramaticales entre el sánscrito
y otras lenguas. Al trazar las grandes líneas comparativas que marcaban la
evolución a grandes rasgos, los filólogos sólo lograron establecer leyes que rigen
las irregularidades del cambio lingüístico, pero no llegaron a explicar las
excepciones.
En
1822 Jacob Grimm, siguiendo la propuesta de Rasmus Rask, hizo un estudio de
comparación entre las lenguas germanas y
el griego, latín y sánscrito. Se dio cuenta de que el sonido [f] de las
lenguas germánicas tenía una correspondencia [p] en las otras lenguas. También
observó que el sonido [b] tenía un correspondiente [b], y los sonidos
germánicos [θ y d] tenía un correspondiente [t] en las otras lenguas. Grimm
pensó en la existencia de una mutación fonética de la que: [bh,dh,gh : b, d,
g], [b,d,g : p, t, k] y [p,t,k : θ, h]; a la definición que Grimm hace de la
mutación fonética se le llamó Ley de Grimm, la cual supone que aunque haya un
valor de ley, hay excepciones a la ley y por eso muchas palabras quedan
inalteradas.
Son
los ‘junggrammatiker’ (H. Paul 1880, W. Scherer 1875) quienes propondrán que si
todo cambio está regido por leyes, no vale sólo explicar las semejanzas, sino
que hay que explicar también las excepciones al cambio. No puede haber
excepciones a los cambios lingüísticos, pues todo cambia y, por tanto, todo
cambio debe ser explicado. Verner (1872)
señalará que las excepciones a la Ley de Grimm no son irregulares, sino que son
regularidades que se explican con otras leyes. Argumenta que habrá excepciones
que no respondan a las leyes del cambio pero sí a otras, eso sólo indica que
tales leyes operaron en momentos diferentes, por ello las diferencias (como en [lat.
‘rufus, ruber’]).
El
trabajo de los neogramáticos intentó establecer con la formulación de leyes
comparativistas un orden en la relación del cambio lingüístico y la cronología,
a fin de abarcar semejanzas y excepciones. Recurriendo a las nociones de
préstamo y analogía, se buscó establecer leyes que explicaran el por qué de las
irregularidades de cambio. Por un lado, se postuló que toda ley tiene un tiempo de funcionamiento, y después
de la vigencia de la ley se puede hablar de préstamo. El préstamo llega, por
tanto, en un momento posterior, cuando la ley ya no tiene vigencia. Por otro
lado, la analogía marca la tendencia regularizadora que tienen las lenguas de construirse en formas a partir de un
modelo. Se reconoce que la analogía es la responsable del cambio, un factor
importante en la decadencia de la lengua que muchas veces interfiere con la
evolución esperada en el desarrollo de la lengua [como en lat. ‘genus-generis’,
‘flos-floris, ‘mos-moris’, ‘honor, honoris’]. Se concluye que las leyes del
cambio lingüístico no tienen excepción, si una palabra no sigue la ley es
porque ésta ha dejado ya de funcionar, o porque hay otras leyes para hacer
explicaciones.
Otro
de los aportes de la corriente comparatista fue dotar a la lingüística de una
tarea explicativa: no se trata solamente de comparar y describir el cambio, sino
de encontrar sus causas. Se estableció consenso en que:
a) Las únicas causas pueden encontrarse en la
actividad de los hablantes, porque son los hablantes quienes usan la lengua.
b)
Para lograr las causas del cambio lingüístico no se debe estudiar las causas que
se extienden en un periodo límite, es preferible analizar estados de lengua no
muy distantes.
c)
La primera causa de cambio responde a razones de tipo articulatorio. Cada cambio
tiene una razón fisiológica, pues todo sonido tiene una articulación que cambia
siempre hacia una misma dirección. Si se presenta una excepción al cambio,
siempre hay una ley que lo explica.
e)
La segunda causa es de razón sicológica. Ahí se ubica la tendencia a la
analogía. A saber, los hablantes agrupan palabras y frases por su semejanza en
clases y después crean formas nuevas que enriquecen estas primeras clases. Esto
explica las razones por las que no se da un cambio lingüístico –factores
sociales o sicológicos-, y también las razones de las excepciones al cambio –préstamo
o analogía.
f)
No solamente la historia de la lengua debe ser explicativa, aunque la única
explicación realmente importante es la histórica.
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