martes, 30 de noviembre de 2010

Wikileaks y el turno de reflectores a México

El internet y el periodismo hoy en día van de la mano, pero no son lo mismo: existen distinciones. El funcionamiento de los sitios de información periodística demuestra que cuando la gente quiere informarse no va directamente al internet, sino que busca los sitios de información periodística. Y, ¿qué es lo que va a buscar?, la organización de la información, que es la que permite entender los acontecimientos. Es la que permite, a través de una toma de responsabilidad, distinguir al periodista de los infiltradores anónimos que circulan en la red; que aunque son divertidos para quienes les pone atención, no atribuyen, contrario a la noticia, un significado.

Podemos decir por mucho que el periodismo es la búsqueda de sentido, la búsqueda de significado. En ello radica la sobrevivencia del periodismo, sin importar las formas en que la tecnología lo permite. La revolución tecnológica que se vive actualmente está cambiando la forma de hacer noticia, pero la sustancia, que es ésta, se mantiene. El planteamiento es claro, en Wikileaks hay más de 250 millones de palabras, de las cuales se habrá seleccionado una mínima parte.

La selección es hecha bajo dos criterios periodísticos: uno regido por un supuesto de democracia: se necesita atraer la atención del ciudadano –en este caso más del ciudadano que del lector (“que todos sepan algo, que todos lo conozcan”). Ha escrito el director de El País “no somos un mundo al servicio del gobierno”, pero al mismo tiempo los diarios están en el mundo como instrumentos de la democracia, por usar una palabra muy amplia. Bajo ese supuesto deben los diarios asumir una responsabilidad, que es el segundo criterio. Es responsabilidad de los diarios acudir a las instancias de gobierno y decir “he seleccionado de ese material en bruto los siguientes argumentos con los que pretendo informar a mi lector, concedo la legitimidad para excluir los nombre de personas que estén expuestas a peligros físicos. Se ha aplicado el ejercicio de la responsabilidad. Esto es lo que distingue al periodismo: dar la noticia de un modo responsable.

El periodismo no es una película que se regresa. La portada no es la velocidad del acontecimiento ni independiente al contenido dentro. El periodismo está dentro y se distingue por las funciones que exige la actividad: seleccionar, jerarquizar y asumir la responsabilidad de lo que se hace. Esta es la diferencia entre Wikileaks, cuyo material es lanzado sobre las espaldas del mundo de la información.

sábado, 5 de junio de 2010

Semiosis de lo ideológico y del poder


     La materialidad del sentido articula la dimensión práctica de la organización social con la pluralidad discursiva, textual e interpretativa. Las posibilidades que se abren son, justamente, infinitas, ya que no escatiman territorios en la búsqueda de elucidaciones de la construcción de sentido. Es posible, de este modo, explorar los imaginarios sociales contemporáneos sin perder la dimensión analítica de la ideología y del poder, los cuales dejan de ser "entidades abstractas" y se convierten en estrategias, discursos hechos prácticas, que se materializan en diversos dispositivos, disciplinarios o de control (en Foucault), incorporados.

     Verón, Eliseo. Semiosis de lo ideológico y del poder.    Universidad de Buenos Aires (UBA), Facultad de Filosofía y Letras (Serie Cursos y Conferencias), Buenos Aires, 1995, pp. 11-38 (original en francés, en Communications Nº 28, 1978).



Eliseo Verón aborda en este artículo una síntesis apretada de sus aportes originales al campo de la semiología. El énfasis está situado sobre dos dimensiones de análisis: la ideología y el poder. En sucesivos "paquetes" significantes, el autor hilará sus argumentaciones en un tejido discursivo denso que intentaremos desglosar evitando, por un lado, enredarnos en la trama y, por el otro, estirar demasiado la madeja.


Siendo fieles a la propuesta del autor debemos remitirnos a las condiciones de producción de este texto. Publicado en París en 1978 en la revista Communications, en un número dedicado a las ideologías, los discursos, y el poder; en el artículo, Verón plantea su alejamiento del estructuralismo binario de Saussure para incorporar la semiosis ternaria de Charles Sanders Pierce. Aunque esta tesis la desarrolla en profundidad en su texto Fondations (Verón, 1993), el autor recurre a ella constantemente en el texto como veremos más adelante.


La semiología de Verón destaca por su vocación translinguística. En efecto, una vez que ha superado la concepción inmanentista del lenguaje (que él atribuye a la «primera semiología» enraizada en la lingüística de Saussure); se aboca a la cuestión de la producción de sentido. El sentido no es ya una propiedad abstracta que radica en la lengua, sino es constitutivo de la materialidad del trabajo social, vale decir, de las prácticas humanas. Ahora bien, esta materialidad del sentido sólo puede hallarse en materias sensibles que son investidas -a través de la práctica- en materias significantes. Este es el orden del discurso para Verón, uno plural donde la «discursividad es un proceso de espaciotemporalización de la materia lingüística»; es decir, donde el único momento fijo es aquel que «enviste» el sentido en un tiempo y en un espacio dados, irrepetibles, inscripto en el flujo infinito de los procesos discursivos (pp.13 y 22). 


El análisis prosigue, luego, con la presentación de un modelo de sistema productivo aplicado a los fenómenos de sentido. Este modelo, en el que se distinguen en primera instancia: producción, circulación y consumo; queda establecido, finalmente, mediante el reemplazo del último término, en los tres momentos claves de la producción,la circulación y el reconocimiento. La importancia de este modelo de análisis radica en que el sentido no puede ser "capturado" por instancia alguna; de este modo, el sentido producido y las condiciones de producción representan un movimiento dialéctico. Verón pone el acento en la superación del esquema "base/superestructura", al señalar que el «sentido se encuentra en todas partes». No hay más base "no significante", ni tampoco "significado superestructural".


El carácter operacional de este modelo muestra su potencial heurístico al poner en marcha la circulación de sentido de forma no lineal. La materia significante posee marcas, que corresponden a propiedades no unívocas relativas a sus condiciones de producción o de reconocimiento. Son, de algún modo, caminos trazados en el orden discursivo que señalan el paso, no su destino ni su origen. Las huellas, por otro lado, corresponden a la inscripción en la historia de las marcas, y proporcionan, por lo tanto, la ruta específica que enlaza condiciones de producción (o reconocimiento) con una propiedad significante. Mas en términos metodológicos, no es posible evidenciar las huellas de la circulación; esta sólo señala la separación y el movimiento entre los dos momentos. De aquí se desprende que se pueda hablar de dos tipos de «gramáticas»: «gramáticas de producción» y «gramáticas de reconocimiento». Ambas nunca se corresponden término a término sino que se intercalan sucesivamente en el proceso discursivo que permite la circulación social del sentido. Es posible, entonces, reconstruir la historia social de los textos, trazar una gramática de sus condiciones de producción, así como una serie gramáticas de reconocimiento atestiguadas por sus efectos visibles en otros textos.


Llegamos ahora a la cuestión primordial de la ideología y del poder. El primer obstáculo para Verón es demostrar que la noción de ideología ha sido reificada como superestructura por el marxismo. Se propone, por lo tanto, a partir de la evidencia de una contribución crucial de Marx, a saber: que todo producto lleva las huellas del sistema productivo que lo ha engendrado, aunque sean invisibles; desmitificar la ideología de sus diversos epítetos y tergiversaciones, y acertar con una dimensión analítica de lo ideológico y del poder.


De modo sintético el autor asevera: «lo ideológico es el nombre del sistema de relaciones entre un conjunto significante dado y sus condiciones sociales de producción». El asunto, helo aquí, es una gramática de las condiciones de producción que permita explicar las relaciones de una materia o "paquete" significante dado, en su historia particular. Recíprocamente del lado del reconocimiento, cuando enfrentamos los «efectos de sentido de un conjunto significante dado… enfrentamos la cuestión del poder». La noción de poder nos remite entonces a las gramáticas del reconocimiento social.


Asimismo, en tanto que «todo discurso social está sometido a condiciones de producción determinadas», es posible distinguir con relación a los efectos de sentido: el «efecto de cientificidad» y el «efecto ideológico». Estos efectos, como hemos visto, corresponden a gramáticas de reconocimiento, vale decir, remiten al poder de sus discursos, pero ambos son ideológicos en producción. El «efecto de cientificidad» es producto de la referencia a lo «real» que explícitamente evidencia sus condiciones de producción; por el contrario, el «efecto ideológico» es la negación de toda referencia, el discurso absoluto y autosuficiente (p.29).


En suma, si el «sentido está en todas partes», así como lo ideológico y el poder, la semiosis está investida en cualquier forma de organización social. De la concepción triádica del signo de Pierce (signo-objeto-interpretante), Verón retoma el vértice del discurso poniendo en juego el sentido ante su «otredad». Es a partir de un análisis heterónomo que el sentido puede emerger mediante su triangulación con las condiciones de producción, circulación y reconocimiento.


Para el final Verón nos deja unos apuntes sobre la noción de sujeto. En el «punto de pasaje de las reglas operatorias de la producción y del reconocimiento» el sujeto se manifiesta independientemente de su «conciencia» respecto del sentido. No obstante, él no es un medio «transparente», sino una fuente de compulsiones «que definen su funcionamiento en tanto "sujeto"» (p.35).


El texto ha condensado, quizás de forma algo forzosa, las principales argumentaciones de Verón respecto a la semiología. Situados en contexto, debemos destacar el hecho que nuestro autor, en forma temprana para su época, asumió una posición teórica definida frente a diversas corrientes de pensamiento. En primer lugar, como ya hemos señalado, cuestiona el estructuralismo lingüístico saussuriano, especialmente su Curso de lingüística general. A la par, revitaliza la teoría del signo de Charles Sanders Pierce, desarrollando su semiosis triádica. En segundo término, asumiendo el materialismo y valorando la tradición marxista, al mismo tiempo, cuestiona el dogmatismo en lo que denomina la "reificación" de sus conceptos. Tal panorama ya nos indica que Verón es un intelectual comprometido con su tiempo; sus trabajos ulteriores sobre la comunicación social lo ratificarán.


Considero de particular importancia la cuestión de la materialidad del sentido, puesto que articula la dimensión práctica de la organización social (del mismo modo que Michel de Certeau la aborda en la "La invención de lo cotidiano. Maneras de hacer"), con la pluralidad discursiva, textual e interpretativa. Las posibilidades que se abren son, justamente, infinitas, ya que no escatiman territorios en la búsqueda de elucidaciones de la construcción de sentido. Es posible, de este modo, explorar los imaginarios sociales contemporáneos  sin perder la dimensión analítica de la ideología y del poder. Entroncamos, entonces, con la segunda cuestión a relevar. El poder y la ideología no son ya "entidades abstractas" sino estrategias, discursos hechos prácticas, que se materializan en diversos dispositivos, disciplinarios o de control (en Foucault), incorporados.


Un tercer aspecto interesante es la congruencia que una metodología como la que esboza Verón pueda tener con el método etnográfico en lo referente al análisis de contenido. Baste señalar al respecto dos aspectos: la utilidad analítica de la diversidad de materias significantes («paquetes» significantes) y la importancia de la triangulación en la verificación de hipótesis (discursos).


Queda en falta, por último, una elaboración más acuciosa del lugar del sujeto en esta trama semiótica que Verón intenta articular en la diacronía de los procesos discursivos. El devenir histórico sin duda tiene un rol crucial en ello.




Bibliografía complementaria


Verón, Eliseo. Remarques sur l’idéologique comme production du sens. Sociologie et sociétés, vol. 5, n° 2, 1973, p. 45-70.


Verón, Eliseo. La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad. Gedisa, Barcelona, 1993.