lunes, 28 de noviembre de 2011

La sujetividad en el lenguaje


Benveniste, Èmile, “La naturaleza de los pronombres” [1956], y “De la subjetividad en el lenguaje” [1958], en : ________, Problemas de lingüística general I, Siglo XXI Editores, México, 1976 [1966]. y “El lenguaje y la experiencia humana” [1965] , en idem, vol.II, 1977 [1974].


En estos artículos Èmile Benveniste desarrolla los fundamentos del fenómeno de la subjetividad en el lenguaje. La idea principal resume que el lenguaje contiene categorías lingüísticas que permiten a los usuarios del lenguaje construirse como sujetos discursivos e inscribirse dentro de sus propios enunciados. El autor identificará algunas de estas categorías y analizará cómo se manifiesta la subjetividad del hablante.

Existen en el lenguaje ciertas categorías que, si bien se hallan en los inventarios de las lenguas, su estudio y descripción sólo es posible definir a través del uso propio del lenguaje. Estas categorías discursivas sirven como indicadores de la subjetividad de los usuarios del lenguaje ya que les permiten no sólo construirse dentro de una situación de alocución en relación a los otros, sino además dimensionar el espacio, el tiempo y la ubicación de los objetos a partir de su experiencia. Formalmente las categorías discursivas son diferentes a otras categorías gramaticales; aunque lo que en realidad marca una diferencia son sus particularidades pragmáticas. Los pronombres yo y tú, por ejemplo, organizan su referencia en torno a una situación concreta de alocución. Ahí, yo se refiere al locutor y tú se refiere a alocutor. Del mismo modo, los adverbios de temporalidad organizan su referencia a partir del presente marcado por el acto mismo de anunciación; dentro del cual el presente se refiere y actualiza a todo momento de habla. Este proceso en el que una categoría gramatical establece su referencia por asociación a la instancia de discurso actual es llamada deixis. En este caso, la unidad discursiva cumple una función de indicador; así, y yo son indicadores que refieren a las posiciones de persona inherentes del acto de alocución. Otras categorías como los pronombres demostrativos, algunos adverbios de lugar o tiempo, las desinencias verbales de tiempo, o ciertos verbos modales y verbos de ‘palabra’ conjugados en primera persona cumplen igualmente funciones deícticas; es decir, establecen su referencia por asociación a la presente instancia de discurso, la cual contienen el indicador de persona yo.

Benveniste señala que estos elementos categoriales se destacan por no tener una referencia fija en la realidad material, sino por actualizarla ante cada nueva instancia de discurso. Cada vez que un individuo hace uso del lenguaje se instituye como yo, inherentemente implanta ante él un . Y al mismo tiempo se alinean los indicadores de tiempo y espacio a esa producción discursiva. Así, en el aspecto relativo de la situación de enunciación, surge el sujeto enunciativo dando sentido a su experiencia subjetiva dentro de un marco de intersubjetividad donde asume la lengua por cuenta propia. Con ello Benveniste concluye que el lenguaje no es únicamente un sistema de signos; queda de manifiesto que es ante todo el principal recurso de la construcción subjetiva.

Al tratar la dimensión de esa individualidad actualizada en la instancia de discurso, el autor afirma que la subjetividad, en tanto que es lenguaje en uso, está fundamentada sobre todo en la condición dialógica de la situación de alocución; es decir, en la relación establecida dentro de este marco donde el sujeto se define como “ego”. A saber, cuando un individuo habilita la palabra lo hace dirigiéndose ante una instancia alocutoria, el , alternando recíprocamente la instancia de producción discursiva donde el locutor pasa a ser alocutor y el alocutor el locutor. Benveniste señala que si bien las partes se define por una aparente simetría, la relación no es equitativa ya que una vez actualizada la instancia enunciativa emerge un nuevo sujeto enunciativo yo y por ende una nueva configuración de los demás indicadores: alocutor, tiempo, espacio, modos, etc. Al fin y al cabo, la lengua sólo posee un sistema de alineación para los sistemas de referencias deícticas: la posición de locutor. Bajo este sentido la instancia de discurso representa la evidencia más objetiva de la subjetividad de los usuarios del lenguaje y de su inscripción en sus propios enunciados.


Citas


“La importancia de su función [de las formas “pronominales”] se medirá por la naturaleza del problema que sirvan para resolver y que no es otro que el de la comunicación intersubjetiva. El lenguaje ha resuelto este problema creando un conjunto de signos “vacíos”, no referenciales por su relación a la “realidad”, siempre disponibles, y que se vuelven “llenos” no bien un locutor los asume en cada instancia de su discurso” (Tomo I, p.175)


"El lenguaje no es posible sino porque cada locutor se pone como sujeto y remite a sí mismo como yo en su discurso. En virtud de ello, yo plantea otra persona, la que, exterior a todo “mí”, se vuelve mi eco al que digo tú y me dice tú. La polaridad de las personas, tal es en el lenguaje la condición fundamental, de la que el proceso de comunicación, que nos sirvió de punto de partida, no pasa de ser una consecuencia del todo pragmática.” (Tomo I, p. 181)


“Acontece una cosa singular, muy sencilla e infinitamente importante que logra lo que parecía lógicamente imposible: la temporalidad que es mía cuando ordena mi discurso es aceptada del todo como suya por mi interlocutor. Mi “hoy” se convierte en su “hoy”, aunque no lo haya instaurado en su propio discurso, y mi “ayer” en su “ayer” (Tomo II, p.79)


“Hay enunciados de discurso que, a despecho de su naturaleza individual, escapan a la condición de persona, o sea que remiten no a ellos mismos, sino a una situación “objetiva. Es el dominio de lo que se denomina la “tercera persona” (Tomo I, p. 176)


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